La sangría es una bebida típica de verano hecha a base de vino tinto, trocitos de fruta picada (durazno, manzana, plátano, melón, sandía), algún tipo de endulzante y por último (y esto depende de los gustos) un chorrito de licor.
El origen de esta bebida es bastante confuso, de hecho, no ha sido fácil para nosotros sacar una conclusión clara tras leer las diferentes fuentes que hemos consultado para redactar este post. Wikipedia sitúa su consumo en Ecuador en el siglo XIX, pero otros escritos atribuyen su origen en las Antillas, cuando eran una colonia británica.
Se cuenta que su nombre procede del término inglés sangree y se dice que inspiró el vocablo español sangre, dado el color rojizo de la bebida. No obstante, es una bebida cuyo consumo se ha popularizado a través de España. Prueba de ello es que uno de los nombres por los que más se la conoce es por sangría española.
¿Cómo se hace la sangría? La preparación de la sangría casera no requiere de ningún esfuerzo, pues como decíamos antes su elaboración se realiza por sí sola. Tan solo tenemos que contar con los ingredientes adecuados, mezclarlos bien y dejarlos reposar junto al vino para que el intercambio de sabores entre la fruta y el vino se realice correctamente. El objetivo es que todos los sabores de las frutas que se le añaden al vino se queden impregnados en él. De esta manera, obtendremos un vino dulce y con sabor a la fruta que se ha macerado en él.
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